/Enviado a nuestro correo/
“Black and Green Review” es una revista estadounidense, es el proyecto más reciente de John Zerzan y Kevin Tucker. El Sr. Zerzan no requiere introducción en los círculos del pensamiento “anti-civilización” pues después de Don Ted (Kaczynski), él es el teórico más conocido en el mundo de estos temas. Kevin Tucker es menos conocido, pero es el escritor que trabaja con Zerzan en publicaciones como “Green Anarchy” en la primera década de este milenio, pero también tenía su proyecto llamado “Species Traitor” (Traidor a la Especie), que era una revista al estilo del actual “Black and Green Review”, más libro que revista compuesto de varios artículos por autores distintos. Como revista está físicamente bien hecha, con fotos y varias secciones con artículos largos y cortos, y en este caso está compuesta por más de doscientas páginas.
“Black and Green Review” sale dos veces al año desde los Estados Unidos. No vamos a explicar cómo obtuvimos una copia acá, en el otro lado de la frontera, pero la tenemos y la leímos. Tampoco vamos a resumir la revista (o más bien, el libro) entero, pero sí vamos a resumir los artículos más importantes y ofrecer nuestro punto de vista dentro del eco-extremismo particularmente desde la Antigua Mesoamérica Septentrional. Aunque tenemos nuestras críticas bastantes agudas contra esta revista, agradecemos la oportunidad de discutir acerca de su contenido.
En primer lugar, nuestro artículo favorito era uno de “los menores” acerca del mosquito. Aquí traducimos un poco para compartir con los lectores hispanohablantes el contenido bastante informativo:
“Una de las fallas que padece la humanidad es que no vemos a ninguna especie como beneficiosa si no podemos explotarla. Esto es especialmente cierto para una especie que nos causa un gran dolor. La ecóloga evolutiva Dina Fonseca de la Universidad de Rutgers, señala esto perfectamente mientras se compara la situación con los jejenes (mosquitos medianos) de la familia Ceratopogonidae, también conocidos por muchos como moscas enanas. “La gente picada con moscas enanas o infectadas con virus, protozoos y filarias encantarían ser picados para erradicarlos,” dice ella. Pero debido a que algunos ceratopogonidea son polinizadores de cultivos tropicales como el cacao, “esto se traduciría como un mundo sin chocolate.”
Para finalizar esto, quiero mencionar un punto muy obvio: nosotros hemos creado este monstruo. El mosquito transmisor de la enfermedad es nuestra criatura y nuestro Frankenstein. Con la inestabilidad climática humana causada, vienen desequilibrios en todo el mundo. Las poblaciones de insectos aumentan cuando aumenta la temperatura. La deforestación y la erradicación de las especies y los depredadores conducen a cambios ecológicos, junto con la liberación de virus latentes. La inmunidad colectiva sufre del “progreso” humano. De todo nos enfermamos. Los mosquitos son vectores de la enfermedad, no la causa. Los mosquitos son sólo uno de los cinco modos principales de transmisión de enfermedades amplificadas por la globalización. No reconocemos la forma imprudente en la que nos hemos convertido, cegados por el ego y actuando como dioses nos hemos olvidado de que con causa hay efecto.”
La explicación sobre la relación simbiótica entre el mosquito y su entorno es un punto importante, y muestra que, de vez en cuando el anarco-primitivismo gringo puede pensar más allá de su antropocentrismo. Tal vez un día traduzcamos este artículo entero y lo reproduzcamos en otra parte.
También imaginamos que las entrevistas que vienen publicadas en la revista citada, con la abogada de activistas eco-radicales y otra con un ex-prisionero son muy útiles para los eco-radicales en ese lado de la frontera. El compa “Halputta Hadjo” ya ha presentado una crítica eco-extremista de la entrevista con los eco-radicales de Zerzan en Canadá en su artículo sobre los Calusa, y no tenemos nada más que añadir aquí.
Moviéndonos a los “artículos mayores” de la revista, hay algunos que merecen un comentario más extenso. Empecemos con el artículo de “Four-Legged Human” (Cuadrúpedo Humano), con el título, “The Wind Roars Ferociously: Feral Foundations and the Necessity of Wild Resistance.” (El viento ruge ferozmente: las fundaciones ferales y la necesidad de la resistencia salvaje.) La escena de este artículo son los territorios inhóspitos del estado norte de Alaska en los Estados Unidos. El texto trata de desarrollar el tema de la domesticación y la dependencia que crea en los humanos civilizados, especialmente, involucrando la domesticación en el fracaso universal de la izquierda en el mundo moderno. También trata de presentar la resistencia como un proceso de de-domesticación y huida de la civilización hacia lugares apartados. En este sentido, estos anarco-primitivistas desean imitar a los “Pueblos de la Flecha” que todavía existen en las tierras amazónicas, este escribe:
“Se ha estimado que en la actualidad, en los últimos vestigios primarios de la Amazonía brasileña existen hasta 43 tribus no contactadas. Indios Bravos o Pueblos de la flecha. A menudo caracterizados como ‘no contactados,’ la realidad más probable es que estas bandas amazónicas, conscientemente eligen vivir en el aislamiento y evadir la interacción, precisamente debido a un profundo conocimiento intergeneracional sobre las consecuencias desastrosas asociadas a sus ancestros y a sus hermanos indígenas vecinos de que se conviertan en domésticos y civilizados:
‘Determinación deliberada, o más bien la libre determinación… parece asistir a todas las tribus aisladas que todavía vagan por las selvas del Amazonas… Los grupos indígenas que viven en aislamiento están aislados porque así lo eligen. No es por una completa falta de contacto, sino precisamente porque las experiencias anteriores de contacto con el mundo exterior resultaron ser negativas.’”
No tenemos mucho para discutir con el tal Cuadrúpedo acerca de su diagnosis del problema de la domesticación y los hiper-civilizados. En verdad, la civilización crea humanoides dependientes y débiles que no pueden vivir sin su dependencia, lo cual significa su esclavitud al sistema tecno-industrial. Sin embargo, su solución es específicamente huir a los lugares apartados en el norte y hacerse salvajes de nuevo, es algo que nos confundió muchísimo. Él escribe:
“Hoy tenemos conocimiento histórico y antropológico que nos lleva a la desesperación creada por 10.000 años de domesticación. No es el momento para “sentarse”, es el momento de ponerse de pie y caminar en el bosque, dejando atrás todo nuestro equipaje domesticado. Debemos ahora finalmente convertirnos en el pueblo de la flecha. Un futuro salvaje representa nuestra única vía hacia adelante. Yo postulo que los resalvajizados ferales estarán de pie en lo último, después de los levantamientos masivos por venir, en condiciones de hacerlo únicamente a causa de los avances logrados multigeneracionalmente a nivel in-domesticable. Preveo la formación de bandas salvajes (¡bandidos!) muy unidas, no encadenados por las circunstancias, pero instalados velozmente en los bosques, montañas y sacudiendo lo impenetrable por los domésticos – Habitantes de nuestro propio ‘laberinto pardo’ en el que los domesticados no se atreven a entrar. No sólo esto, sino también bandidos eficaces para golpear la infraestructura de la civilización, haciendo un daño irreparable, y desapareciendo fácilmente en las sombras sólo para emerger golpeando una y otra vez”.
Para decir verdad, este párrafo nos dio mucha risa. ¿En serio?, ¿esta es la revista de John Zerzan?, ¿el tipo que agarra su rosario cada vez que escucha algo acerca de los ataques eco-extremistas en el sur? Estos tipos aspiran a ser “bandidos”, pero los eco-extremistas ya lo son, y ¿acaso los apoyan? Todo lo contrario. No hemos visto ninguna evidencia que llegue a creer que los anarco-primitivistas yanquis no tengan alergia al olor de la sangre. Los eco-extremistas no tienen tal alergia, eso es cierto.
No sé, probablemente Cuadrúpedo no ha leído la Revista Regresión, pero hay que hacer la comparación con algunos textos de allí (sobre bandidismo) que salieron mucho antes de este ensayo. Por ejemplo, en Regresión 3 (primavera 2015):
“Resistir y negar la vida impuesta desde pequeños y formarnos una vida sencilla y lo más alejadamente posible de aquellos lineamientos y esquemas culturales modernos, es una de las finalidades que se concreta desde el presente. Pero para formarnos esa vida que queremos, alejada de las grandes ciudades y adentrada en la profundidad de la naturaleza, conlleva en algunas ocasiones requerir dinero, dinero que preferiríamos robarlo de cualquier lugar u obtenerlo por medio de las cientos de formas delincuenciales que existen, antes que esclavizarnos a la vida de subordinados que la mayoría de personas lleva. Así de claro, es por eso que el grupo editorial de esta revista, siente simpatía por la reapropiación del dinero para fines concretos que lleven a tener una vida digna de vivir, sin importar a quien se dispare cuando el dinero no es entregado porque cuando un empleado no entrega el dinero del patrón, este no merece la pena que siga viviendo, defiende como un perro obediente las migajas del amo, así que merece una puñalada o una bala en su cuerpo, igualmente, cuando el empresario, dueño o ejecutivo del negocio no cumple las exigencias del ladrón, también se merece lo mismo o algo peor.
No hay misericordia tampoco en estos actos, es todo o nada, es del extremismo del que hablamos sin tapujos, si es que ese dinero hará falta para algún fin del extremista individualista, este lo debe tomar pase lo que pase. Aquí cabria mencionar que para nosotros el dinero no lo es todo, esto lo decimos de una forma realista, en este mundo regido por grandes corporaciones económicas, en algunas ocasiones es necesario obtener dinero para cubrir ciertos fines y/o medios, para nosotros obtenerlo trabajando no es una opción, obtenerlo por fraude, asaltando o estafando sí. Aquellos antepasados que vieron afectados sus modos de vida por la expansión de las civilizaciones tanto mesoamericanas como occidentales, tuvieron que actuar también en su momento de esta forma (depredación, rapiña, engaño, robo y/o asesinato), nosotros solo cumplimos nuestro rol histórico como herederos de esa fiereza salvaje.”
También este texto, tomado del editorial de Regresión no. 5 (abril 2015):
“Soy un ecoextremista y estoy en Guerra, he confeccionado explosivos con bastante metralla que he dirigido contra tecnólogos que trabajan para artificializar la Naturaleza Salvaje. Los cables positivo y negativo se han encontrado, la energía de la pila ha llegado a calentar el foco dentro del niple galvanizado relleno de dinamita, se genera la chispa, el explosivo ha funcionado, los he herido, la metralla ha llegado a penetrar sus cuerpos, los gases de la dinamita calcinada han llegado a sus pulmones quemándolos al mismo tiempo, su sangre derramada ha servido para recordarles que NO son dioses, aunque jueguen a serlo; no me arrepiento en nada de esas heridas, de su espanto, de las consecuencias, lo que les ha pasado solo es una respuesta de la Naturaleza Indomable que ha hablado a través de MÍ. He estado escondido en varias ciudades preparando atentados, conspirando con afines, y ensanchando mis prácticas en el plano de la actividad delincuencial. He incendiado automóviles indiscriminadamente, lujosos y no lujosos, chicos o grandes, puesto que todos son asquerosas maquinas que hacen que la capa de smog se siga solidificando sobre mi cabeza, los he visto arder como una fogata entre los espesos bosques, he sabido de la reacción de sus dueños, no me importa en nada, la Naturaleza me ha dado la fuerza para salir intacto de esas situaciones.”
Así que si los yanquis quieren aprender algo de ser “bandidos”, tal vez los eco-extremistas les pueden dar unos consejos para que no sean detenidos por los valores humanistas civilizados.
Acerca del tema de la huida al bosque o lo que sea, recordamos una correspondencia con un compa eco-extremista que nos hace recordar que el contexto al sur de la frontera es muy distinto a la de los gringos:
“Acá muy pocos ‘primitivistas’ hacen lo que allá, eso de comprar un terreno y aprender habilidades de supervivencia, lo que nosotros hemos pensando siempre de esas actitudes es que, la persona que lo lleva a cabo está siendo cobarde al abandonar la civilización sin haber peleado contra ella. La cultura mexicana ha heredado de su pasado nativo esa actitud, acá si no respondes una agresión es que eres débil y marica, lo mismo pasa con los ‘primitivistas’ que se compran un terreno y en vez de guerrear deciden vivir alternativamente, de todas formas aunque huyas de la civilización está va a llegar hasta a ti, un ejemplo es lo que le pasó al viejito cascarrabias de Ted, se fue pero la civilización lo alcanzó, lo mismo pasa acá.
Solo que acá es mucho más violento, muchas zonas salvajes están siendo controladas por sicarios que utilizan las montañas para sembrar amapola o que usan los cerros para esconder laboratorios de drogas sintéticas, esos terrenos hermosos y salvajes están bajo control de ellos y si te atreves a pisarlos, los sicarios te apresan y te llevan de esclavo a esas plantaciones, junto con los inmigrantes del sur, y demás, la situación acá es convulsa.
Respecto a las comunidades zapatistas, son una mierda, y pasa lo mismo, están bajo control de facto del comité clandestino indígena, que de indígena no tiene mucho pues es controlado por los marxistas más reacios, muchos extranjeros.”
Nosotros por lo menos estamos completamente de acuerdo con el compa. Huir no es una opción real ni es algo que queremos hacer. La civilización ha insultado a nuestra madre Naturaleza, y va a pagar por eso, pase lo que pase. Por supuesto, apoyamos a los indígenas (los pocos que quedan) que huyen de la civilización, pero no somos ellos, y es una estupidez pensar que podemos hacernos como ellos. Mejor quedarnos aquí y pelear como somos, en verdad, no tenemos ninguna otra opción.
Completando la información sobre la opción de comprar un terreno en México como lo hacen allá en el gabacho, existe también una aparente desventaja económica, mientras muchos anarco-primitivistas allá tienen una economía estable dada su cultura primermundista (aunque la rechacen), acá si un anarco-primitivista mexicano quisiera comprar un pedazo de tierra le costaría alrededor de entre 60 mil a 100 mil pesos o más dependiendo del lugar, para obtener esa cantidad elevada de dinero el anarco-primitivista mexicano tendría que trabajar, (dado su rechazo al salario de una empresa) en una cooperativa autogestiva universitaria (por ejemplo) en donde las ganancias netas no fluctúan ni los 200 pesos diarios, entonces tendría que trabajar por un tiempo indeterminado para comprar su terreno. En otro caso, si al anarco-primitivista le “urgiera” comprar un terreno en la naturaleza y decidiera trabajar en una fábrica ocho horas diarias rolando turnos nocturnos y matutinos, ganando 1000 pesos a la semana, entonces estaremos hablando que conseguiría el dinero en poco más de dos años, y eso destinando toda la ganancia, aunque esta opción es casi imposible, ya que tendría que destinar de esos 1000 pesos que gana a la semana en renta, pago de servicios, comida, transporte (quizás), etc., así que esos más de dos años se extenderían al doble o quizás más. Posiblemente el anarco-primitivista mexicano se canse después de tantos años de trabajar, mande todo a la verija ya no sea más un anarco-primitivista y decida irse a vivir la “vida loca”. O quizás el anarco-primitivista mexicano en cuestión, le fue heredada una casa por su abuela en el bosque y este decida irse a vivir allá, o quizás el anarco-primitivista se pueda ir a trabajar a los Estados Unidos como lo hacen los jornaleros michoacanos y traer dólares los cuales acá tienen un valor en el mercado estimado de 18 pesos cada uno y así pueda adquirir su terreno, puede ser, solo son ideas…
Pero de todos modos, algunos anarco-primitivistas allá en el gabacho piensan que pueden hacerse de repente los bandidos más chingones de toda la historia, o dentro de algunas “generaciones”, o que pueden sobrevivir en uno de los lugares más inhóspitos del planeta (Alaska), Y TAMBIÉN atracar a la civilización de vez en cuando y salir ilesos. No lo creemos así, pero buena suerte. Cabe mencionar que el Cuatro Patas describe de los Selk’nam de la Tierra del Fuego como un pueblo salvaje que podía sobrevivir en uno de los entornos más difíciles de la Tierra, pero no mencionó que la sociedad Selk’nam se basó en el patriarcado rígido, era la fundación de sus creencias. Quizás tendría que comentar algo sobre ese hecho a sus compañeras feministas primitivistas, que piensan que el patriarcado siempre es un producto de la domesticación. Buenos, solamente sugerimos…
Lo más curioso viene cuando termina este artículo con aspiraciones de convertirse en delincuentes para pasar a otro texto en el que dice que los anarco-primitivistas deben tener aspiraciones para ser… MONJES. ¡Esto es completamente verdad, no lo estoy inventando! El nombre del árticulo es “The Sacred Sunrise” por Ian Smith. No voy a tratar de resumir los argumentos aquí, puesto que son muy tontos y muestran una profunda ignorancia de la naturaleza del monacato cristiano desde su origen hasta la actualidad (Ven, ¡algunos eco-extremistas SÍ recuerdan su catecismo!) Por ejemplo, menciona la regla de San Benito pero no su ley más importante: “ora et labora”, en latín, “rezar y trabajar”. Bueno pues, es muy interesante que algunos anarco-primitivistas piensan que se pueden salvar chambeando en el campo y recitando el Salterio. ¿Acaso el autor tampoco sabe que los grandes monasterios de la Edad Media, y aun acá en la Nueva España durante la colonia eran dueños de grandes terrenos, y no solamente de terrenos, también de los campesinos que pertenecían a esas tierras, y sus labores permitían una vida de lujo a los monjes para comprometerse al “opus Dei”, la vida de “contemplación”, la erudición, y el oficio divino? ¿O sabe que la virtud más importante del monasterio fue la obediencia? ¿Tal vez el tipo es obediente a San Juan (Zerzan) como abad, y Kevin Tucker como maestro de novicios? Es algo vergonzoso que los editores permitieron que tal estupidez fuera publicada en una revista “seria”.
Movámonos pues a discutir el ensayo del editor principal, Kevin Tucker, acerca de la civilización y la adicción, “Hooked on a Feeling: The Loss of Community and the Rise of Addiction” (Adicto a un sentimiento: La pérdida de la comunidad y la aparición de la adicción.”) Este es el ensayo más largo a nuestro parecer, y muy difícil de resumir en algunos párrafos. El texto empieza con la descripción de “kia” o las energías curativas que surgen de las danzas comunitarias de las tribus nómadas cazador-recolectoras en varias partes del sur de África. Según Tucker, el sedentarismo crea la necesidad de resolver conflictos que anteriormente se podían resolver por la movilidad nómada. Poco a poco surge el papel del chamán, y la especialización acerca del uso de las plantas y ceremonias para resolver los problemas de una comunidad sedentaria. De allí surgen el alcohol, el peyote, y las demás intoxicantes que tratan de resolver la frustración de la domesticación. La primera objeción que encontré es que los animales también se “drogan” y se “emborrachan”. En algunas tradiciones, son los animales o las plantas mismas que “enseñan” sobre sus usos, aun sus usos narcóticos y alucinógenos.
Sin embargo, se merece contemplar el tema de la “civilización como adicción,” como Tucker describe en el siguiente párrafo sobre el papel del alcohol:
“La civilización se llevó literalmente en los hombros y la espalda a los borrachos. Una devoción religiosa a la producción requiere un grado de embriaguez que echar raíces. La agricultura, el combustible necesario de la civilización, define la monotonía: monótono, dolor de replanteo, sin brillo, y el trabajo sin fin.
La humanidad nunca habría levantado sus manos para la producción excedentaria si no estuviera sosteniendo un vaso levantado “.
Según Tucker, pues, la humanidad debe volver a la energía de la danza de los nómadas para la curación emocional y psicológica que se basa en la comunidad y la actitud igualitaria. Es una cuestión de romper la “lógica” adictiva de la civilización y escapar para forjar nuevas comunidades de resistencia basadas en la lógica de los cazadores-recolectores nómadas. La crítica que tengo en ese sentido viene inspirada de las palabras de otro compa eco-extremista en una entrevista con un tal John Jacobi:
“(…) siempre que hay oportunidad ustedes los gringos, es decir las personas que comparten la cultura estadounidense (reformistas) siempre quieren crear ‘movimientos’, es como si trajeran en las venas un sentimiento muy característico que los empuja a querer siempre ‘arreglar’ las cosas, y la Naturaleza Salvaje no escapa ese sentimiento.”
Se dice en algunas partes que lo que es mejor es el enemigo del bien, y creemos que Tucker cae en este error. Por lo menos aquí, no es una cuestión de defender las culturas primitivas donde aparezcan, sino de buscar las culturas “más puras” de la tierra y tratar de imitar sus modos de vida. (Se debe comentar acá, en referencia del Cuadrúpedo, que los Selk’nam también tenían chamanes.) Sabemos muy bien a lo que está jugando Tucker: en estas culturas se manifestaron la jerarquía, la domesticación, la civilización etc., en algunas culturas por el sedentarismo y el almacenaje de comestibles, y eso es cierto. Pero el proceso que creó la civilización y que está destruyendo la vida en la Tierra, no es producto de un proceso de domesticación sacado de un contexto en particular, es decir, los procesos que crearon la sociedad tecno-industrial. Cada domesticación no ha creado el Leviatán que nos está amenazando, y que nos ha esclavizado. El rey Calusa en el siglo XVI o un agricultor africano en la Delta de Niger en el siglo XVII no tienen la culpa de nuestra civilización.
Esta civilización es un producto de un proceso muy en particular, casi accidental, y sería difícil en nuestra opinión encontrar la causa particular de esta sociedad asquerosa. Así que no hace falta juzgar cada sociedad primitiva y salvaje por sus dotes de “domesticación” como tener chamanes o lo que sea. Cada sociedad fue un fenómeno que era producto de su entorno y la respuesta de las personas que vivieron en ese entorno. Lo que vemos ahora no fue inevitable, en nuestra opinión, pudiera haber sido de otra manera, y muchos salvajes lucharon hasta la muerte para que fuera así. Pero estas son cuestiones académicas solamente, lo que se perdió se perdió, pero aún quedan los instintos de atacar y defender que son los más importantes.
También hay un ensayo de John Zerzan, pero nos pareció tonto y ni no leímos.
De todos modos, a nuestro parecer las diferencias entre los anarco-primitivistas del norte y los eco-extremistas del sur vienen de los ejemplos de las tribus “primitivas” que desean imitar. Los anarco-primivitistas siempre están buscando sus ejemplos en las tribus que vivieron en entornos inhóspitos, donde la huida todavía era una opción. Esto incluye a los bosquimanos y los pigmeos del sur de África, o los pueblos que vivieron en Alaska, y los selk’nam (aunque no se dan cuenta que eran “sexistas” y tenían jerarquía en la forma de chamanes, tal vez van a reconsiderar estos salvajes también y excomulgarlos de la “comunión de los santos salvajes”.) Es decir, son salvajes relativamente “pacíficos” donde una guerra total contra la civilización no era posible o necesaria. Pero esa no es nuestra situación.
Los eco-extremistas, por otra parte, buscan sus ejemplos históricos en situaciones que sí corresponden a nuestra situación actual, sobre todo en las tribus teochichimecas antes y después de la conquista de Mesoamérica, los yahi en California en los Estados Unidos, los seri de los desiertos de Sonora en México, los apaches, los comanches, etc. En fin, todas las tribus que estaban en una guerra hasta la muerte contra la civilización, las que empleaban el ataque indiscriminado, el atraco, el terror, y otras tácticas de guerra total. Los anarco-primitivistas quieren actuar como si estuviéramos en un tiempo más o menos pacífico, y dicen que hay que primeramente, “convencer a las masas” para hacer un “cambio social”. Alardean de que todavía nos queda “tiempo” y “esperanza”. Esa etapa para el eco-extremista ya pasó hace mucho tiempo, asumiendo que era una opción verdadera alguna vez, lo cual es dudable.
Los anarcos dirán que esa opinión es “nihilista”, y tal vez tengan razón. No tenemos ningún problema con la etiqueta de “nihilista”. Pero si nosotros somos nihilistas, también eran las mujeres y hombres que se lanzaban desde lo alto de la montaña para convertirse en proyectiles humanos contra los españoles en la Guerra del Mixtón en Zacatecas, y las tribus que preferían ahogarse en un río antes de ser llevadas como esclavas, o los miles de guerreros que prefirieron pelear hasta la muerte contra el invasor. Si no ser “nihilista” significa tener que esperar hasta que las masas te den su “bendición” para atacar, o te previenen atacar puesto que viola los “valores igualitarios de las tribus nómadas cazador-recolectores” [que no existen], o te obliga a ceder antes de pelear porque no hay probabilidad de “ganar,” bueno, repetimos, somos nihilistas y punto. No tenemos interés en convertirnos en hippies viviendo en comunas en Alaska, y pretender a la vez “luchar contra la civilización”. Si eso es “primal war” como dice Kevin Tucker (la guerra primal) es mentira y los anarco-primitivistas deben por lo menos admitirlo.
-Campamocha